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De ciudad.



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Miro despertar la ciudad dormida 
como la vestal mestiza que olvido su pelo 
suelto en la noche de un denegre terciopelo 
entre viejos autos que huyen a su guarida. 
 
Semáforos y calles que resplandecen
todo es un cuadro difuminado
de luz prisma y plástico contaminado
en las precarias casas que a nadie pertenecen.
 
Aparece de andrajo una carreta tirada a sangre 
por un caballo de color opaco que en el lamento
de sacar fuerzas imposibles relincha su hambre.
 
Dios se fue a caminar (descalzo) por el firmamento.
Un sol alto muestra su faz de tibieza alegre,
y el carro con su caballo pasa mísero como un osambre.




Trate de llevar este poema a soneto. No soy entendido en el tema y reconozco que no es fácil, sobre todo el tema del ritmo acentual y el tipo de versificación usada que no es compatible con las normas del soneto. Igual estoy feliz con el resultado. Dejo abajo la versión que llame Soneto Citadino ó Citadino simplemente. Nota. en el estrambote: dioico del latín dos casas termino usado en botánica.



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Citadino.



¡Oh bella ciudad!¡Mi vestal herida!

Mestiza orgullosa de negro pelo:

eres un nocturnal de terciopelo

entre autos que huyen en estampida.


Calle y barro… la vereda partida,

el semáforo tuerto contra el cielo,

los techos rotos de plástico en duelo

paren una ranchada desvalida.


Una carretela destartalada,

jala desde su hambre un caballo heroico,

con fuerzas de su osamenta desnuda.

 

¡Latigazo! ¡Relincho! Crueldad ruda,

en el lomo ciego para la arriada,

corre raudo el pobre animal estoico.

 

¡Oh ruin destino dioico!

De familia indigente sin alarde,

a mi pulcra vergüenza de cobarde.





Febrero 2021.

[By Gustavo Cavicchia.]




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Copyright ©Gustavo Cavicchia.-
Todos los derechos reservados.
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Irremediable.


¿No se transforma en lobo cualquier puerta? 
 Olga Orozco 
(poema “La mala suerte”).

 

descargas: [mp3] [pdf]

 

1.

​Quién era yo antes de ti
sino una máscara de cristal turbio 
en el lupanar de un sol estrábico. 

Púlsar diamante 
en el arrabal de las últimas calles. 

2.

Aprendí a ser feliz en el olvido, 
en el aire protector 
que sostiene las alas 
de un puño de palomas 
desplomadas
desde la catedral azul de la mañana; 

en el vino resplandeciente de la siesta
que centauros 
ebrios de soledad beben de los charcos 
con la áspera ambrosia de la luna 
tan simplemente blanca del domingo. 

3.

Así 
los días levantaron el reloj violento de los años 
con su músculo de instantes. 

Así 
la lluvia con su tambor húmedo de selva 
fue creciendo en los peces asombrados del hastío 
hasta el dormido corazón de asfalto de la ciudad vacía
donde alguien 
edifico en tu nombre
el hijo que nunca nos dimos, 
para que toda tú fueras invisible a mis ojos. 

Así 
la muerte
viste la piedra angular de mi palabra. 

¡Oh! ausente. 

¡Oh! extranjera. 

Quién era yo antes de ti
de tu cuerpo leve 
como una hoja que cae. 


Diciembre 2020.


X

Ruleta

                               Pongo mi último poema en la recamara,
                               apunto hacia la sien rendida
                               con la precisión de un ciego.
                               Y la música final estalla roja
                               
                               en mi cabeza...
                               al jalar el acero blando de la pluma.

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