Estoy habitado por mi casa.
Estoy habitado por una casa infinita;
sus soles crecen,
ya no ríen como soles,
sólo pasan,
pasan en un hastío viejo
que sé encontrar entre las hojas muertas del patio…
sostienen lámparas de aceite junto a su cara,
caminan sonámbulos
hasta los jardines,
Jamás levantan la vista,
densas pestañas pegadas al piso.
En las sombras deshojadas
confinan su silencio,
mudos penitentes de la duda.
savia atesorada en la piel,
se adormece
en el violáceo palpitar de las ojeras
creciendo en un tumulto de queda procesión.
lágrima salitrosa
de mi húmeda pared.
Copyright ©Gustavo Cavicchia.
Estoy habitado por una casa infinita;
sus soles crecen,
ya no ríen como soles,
sólo pasan,
pasan en un hastío viejo
que sé encontrar entre las hojas muertas del patio…
los que fueron,
los que me nombran
con mi voz
sostienen lámparas de aceite junto a su cara,
caminan sonámbulos
hasta los jardines,
se pierden
sin gritar.
densas pestañas pegadas al piso.
Preguntan,
bocas gastadas de preguntas,
cosas
que no sé contestar.
En las sombras deshojadas
confinan su silencio,
mudos penitentes de la duda.
Habitado por mi casa
tengo el corazón dormido
como sus puertas;
savia atesorada en la piel,
se adormece
en el violáceo palpitar de las ojeras
creciendo en un tumulto de queda procesión.
Un epiléptico
horadar de parra
carcome los cimientos,
lágrima salitrosa
de mi húmeda pared.
Copyright ©Gustavo Cavicchia.
-Todos los derechos reservados