XXX
Eco
ECO.
_________________Tú
_________________entre tantas cosas
_________________olvidadas:
en esas hojas que el viento margina en la banquina.
la soledad sería un juego de niños,
no una pena que marque en el cielo
la música muda del asfalto,
porque estarías tú retumbando en el silencio.
Se mueren de frío el puñado de árboles
que viste la plaza,
algunos pájaros...
quizás
cuatro
palomas,
se ven gris,
volando en escuadra.
_________________olvidadas:
en la boca que muerde
las últimas luces de la tarde,
las últimas luces de la tarde,
en esas hojas que el viento margina en la banquina.
Y si soltara los hilos que fijan al aire
tu rostro claro,
tu neutro gravitar de agua,
del pecho fracturado y solo
brotarías callada
de cada casa,
de los anónimos autos que pasan
y de los charcos en la calle;
tu rostro claro,
tu neutro gravitar de agua,
del pecho fracturado y solo
brotarías callada
de cada casa,
de los anónimos autos que pasan
y de los charcos en la calle;
la soledad sería un juego de niños,
no una pena que marque en el cielo
la música muda del asfalto,
porque estarías tú retumbando en el silencio.
Vuelvo,
es tarde ya.
es tarde ya.
Se mueren de frío el puñado de árboles
que viste la plaza,
algunos pájaros...
quizás
cuatro
palomas,
se ven gris,
volando en escuadra.
04/06/2008.
Copyright ©Gustavo Cavicchia.-Todos los derechos reservados.
LA CASA.
LA CASA.
La casa
cada día crece,
se hace musgo,
puja hacia las hojas
su lenta sangre vegetal,
incendia de verde
la vida que late en las sienes,
La casa
cada día crece,
se hace musgo,
puja hacia las hojas
su lenta sangre vegetal,
incendia de verde
la vida que late en las sienes,
es
agua
bajo la lluvia desnuda de febrero.
En sus corredores de barro
agua
bajo la lluvia desnuda de febrero.
En sus corredores de barro
y de sal no temo…
sus puertas han sabido esconderme.
Muros de greda violenta
besan
mi cuerpo refugiado.
Muros de greda violenta
besan
mi cuerpo refugiado.
Copyright ©Gustavo Cavicchia.
-Todos los derechos reservados.
-Todos los derechos reservados.
FUI AL BOSQUE.
Puedes.
Puedes
reclamarme:
la rosa gris que atesora las lágrimas.
Cada espejo
donde la luna rodó
………decapitada.
Mi oído izquierdo.
El humo azul que visten al quemarse
los árboles desnudos,
si quieres,
………ya que tú eres tú
y yo soy sólo
………el pensamiento
mío.
PERO
tú ya no serás tú…
………………......…serás AGUA
y en la silueta
que deje la sombra
de la nostalgia
………………levantaré mi casa.
07/08/2007
Copyright ©Gustavo Cavicchia.-Todos los derechos reservados.
A CINCO MINUTOS.
A cinco minutos.
Te conozco…
sé de tu lugar,
donde el silencio se pierde
en la tarde
y el viento lleva todo,
hojas,
pájaros,
árboles,
dejando amarga
junto a un desierto
de esperanza,
el alma,
donde la lluvia es fuego,
ruido de cristal roto naufragado
en el espanto
sin la mínima zozobra.
•
Me entiendes despoblado,
liso,
llano,
inventado en este invierno,
dando una razón patibularia
para no quebrar el llanto
de la vida quieta
sobre el mantel apenas puesto
completo de violetas y azahares
que tú,
con frías manos
despojas de la mesa.
Te conozco.
•
Transeúnte
de mil puertos ávidos
de gaviotas blancas,
noche enlutada como un pozo ciego.
Te conozco.
•
Certera en tu estocada,
tenaz
al puñal cruel
del tiempo,
mercenaria
útil a un fin
no claro para mí.
Te conozco.
•
Puedo más que tú,
al menos
por momentos,
sin sentirme tentado
a revolcarme
en el estiércol del camino,
perro hambriento,
acorralado en la angustia
de existir sin propósito definido.
Te conozco.
•
Siempre rondas
trémulas preguntas
que caen en el encéfalo,
cansado
de cuestionarse
siempre
si el iris convexo
que veo en los espejos
pertenece a mí
o eres tú,
con tu mirar
de sedienta jauría abigarrada
en noches espantosas,
la que directamente
me ve a la cara.
Te conozco bien.
¿Pero, quién esta seguro?...
de no estar a cinco minutos de la Nada.
Te conozco…
sé de tu lugar,
donde el silencio se pierde
en la tarde
y el viento lleva todo,
hojas,
pájaros,
árboles,
dejando amarga
junto a un desierto
de esperanza,
el alma,
donde la lluvia es fuego,
ruido de cristal roto naufragado
en el espanto
sin la mínima zozobra.
•
Me entiendes despoblado,
liso,
llano,
inventado en este invierno,
dando una razón patibularia
para no quebrar el llanto
de la vida quieta
sobre el mantel apenas puesto
completo de violetas y azahares
que tú,
con frías manos
despojas de la mesa.
Te conozco.
•
Transeúnte
de mil puertos ávidos
de gaviotas blancas,
noche enlutada como un pozo ciego.
Te conozco.
•
Certera en tu estocada,
tenaz
al puñal cruel
del tiempo,
mercenaria
útil a un fin
no claro para mí.
Te conozco.
•
Puedo más que tú,
al menos
por momentos,
sin sentirme tentado
a revolcarme
en el estiércol del camino,
perro hambriento,
acorralado en la angustia
de existir sin propósito definido.
Te conozco.
•
Siempre rondas
trémulas preguntas
que caen en el encéfalo,
cansado
de cuestionarse
siempre
si el iris convexo
que veo en los espejos
pertenece a mí
o eres tú,
con tu mirar
de sedienta jauría abigarrada
en noches espantosas,
la que directamente
me ve a la cara.
Te conozco bien.
¿Pero, quién esta seguro?...
de no estar a cinco minutos de la Nada.
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