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DE NADA SIRVE LA PUERTA CERRADA.

De nada sirve la puerta cerrada:
seres enlutados
corren,
trepan
a la mesa,
crecen
en la humedad de la pared
hasta la inundación,
cantan,
bajo las baldosas del patio.

El frío se me hizo carne
en los azulejos del cuerpo.

Florecido de tumbas,
grito solo,
por la piel encarcelada
en todo el mar
de mi incoherencia.

Quise tragar soles
en un intento suicida
pero sólo logré largas horas
de fiebre maldita.



23/06/2007.



Copyright ©Gustavo Cavicchia.
-Todos los derechos reservados.

ELLA.

( Poemas publicados bajo el seudónimo de Golem. )

ELLA.

Ya se había acostumbrado a sus zapatos nuevos,
a su camisa que estaba de medio planchar
y a las medias de dos colores (casi iguales);

nadie se daría cuenta en el trabajo de esas medias,
se dijo seguro,
mientras tomaba té taragüi porque del café no existía ni el olor de café.

Se había acostumbrado:
al olor de fritanga de la cocina,
a la inmensa parva de platos sucios
y vasos
no tan sucios que vaya uno a saber como se fueron juntando.

Digamos que estaba bien después de dos días de perfecta soledad austera y digna.

Se prendía un cigarro philip morris,
daba de comer al gato kitekat a prueba de piedras ranales.

Y llamaron a la puerta,
llamaron suavemente,
como si el viento arañara la madera.

Ella allí parada,
espiga,
trigal moreno bajo el sol de noviembre,
inmensos ojos
para perderse dentro.

Ella,
la mala,
mala,
en el lindel de la puerta,
en el limite del cuerpo
que dejo abandonado como el esqueleto de un barco hundido,
mala,
mujer
y hermosa.

Allí estaba ella...
y la dejo pasar.

Digamos que estaba bien,
que ahora esta mucho mejor.

Juntos se pusieron a limpiar la casa,
a desordenar la cama.

Llamo al trabajo para decir que estaba enfermo.



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Wally.
Salva un árbol escribe en papel virtual.
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